Intentando seguir en esta dinámica de aportes que nos puedan hacer pensar en como podemos mejorar nosotros para estar mejor algún día, me permitiré tomar algunas cosas de la columna de Alfredo con las cuales acuerdo y a las cuales se le podrían agregar algunas ideas de acción, de trabajo, de algo mas que intención.
Los conceptos históricos expresados creo que son correctos pero cuando hacemos análisis en ese sentido deberíamos pensar siempre que no pueden caer en la cuenta de que por ser una historia que nos marca de alguna manera es imposible modificar el destino de nuestra nación. De hecho la historia a sido diferente en algún momento y se cambio de manera negativa.
Si recordamos que la Argentina desde 1880 hasta 1930 a vivido uno de los procesos de crecimiento más importante en nuestra historia y que nuestro país estaba llamado a ser una de las potencias más importantes del mundo ubicándose en el lugar numero 7 entre las naciones mas desarrolladas, entonces comprenderemos que la historia puede cambiarse, torcerse, ir hacia donde los lideres nacionales realmente quieren ir.
Sin embargo, me gustaría expresar algo que escuché en un seminario del cual participé recientemente sobre corrupción en el cual alguien destacaba el cuidado que hay que tener con los análisis históricos que se hacen en la búsqueda de las causas que puedan explicar la situación que vivimos actualmente. Este personaje decía, con cierta lucidez, que si, luego de un análisis exhaustivo, descubrimos que los problemas que nos aquejan en nuestros días tienen su verdadera raíz en alguna hambruna sufrida en el año 1000 donde murió el líder bueno y sobrevivió el malo, entonces quedaría como que no hay nada para hacer porque no podemos volver hacia atrás en la historia y cambiar los acontecimientos.
Con esto quiero decir que no niego las bondades de los análisis históricos, sino que creo que, si lo hacemos completo, nos daremos cuenta de que hubo momentos buenos y momentos malos y que lo interesante es descubrir porque algunos son buenos y otros son malos para repetir los factores de los primeros y tratar de eliminar los segundos.
En este sentido podría decir que, según creo intuir, los momentos buenos surgieron de un claro entendimiento de cual era el rumbo que estaba tomando el mundo por aquellos días y que los lideres de ese momento adhirieron a ese camino. Julio Argentino Roca, quizá el presidente más progresista que tuvo la Argentina, mandaba a sus hijos a estudiar ingles (en un momento en que la aristocracia argentina solo se identificaba con el francés) porque decía que el ingles era el idioma de los comerciantes y eran estos los que gobernarían el mundo. Roca entendía como funcionaba el mundo y por eso llevo a la Argentina hacia un lugar de privilegio.
Juan Domingo Peron entendió que la Argentina necesitaba un mayor volumen de obreros transformados en clase media que pueda cumplir con su sueño de "mi hijo el doctor" (hasta ese momento vedado a la aristocracia) mediante una mayor distribución de la riqueza para que luego el país pudiera contar con una clase media mas educada y formada.
Es, entonces, este el camino a tomar en nuestra idea de cómo debe ser el futuro. Pensar en los buenos viejos tiempos, no para añorarlos, sino para aprender de ellos. No para hacer las mismas cosas, sino para tener la misma intuición y usarla en nuestro tiempo. Para poder hacer las cosas correctas quizá no sea tan importante la historia que nos cae en suerte o desgracia, sino la clara interpretación de los momentos que nos tocan vivir.
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